Faro del Albir
Vamos a estrenar mi nuevo Dlog con un lugar que une las dos cosas que más me gustan, ¡Playa y montaña!
Hace un tiempo fuimos a conocer «la serra gelada» y el faro del Albir, en Alfas del Pi (Alicante).
Es una ruta muy fácil de hacer, donde hay unas vistas que ¡me quitan hasta el hambre!
Una vez en Alfas del Pi, aparcamos en el inicio de la ruta donde las vistas ya eran muy bonitas, aunque a los pocos pasos vimos un cartel donde decía que tenía que ir atada. Así que, estirando de mis papis de la emoción de llegar a un sitio nuevo, nos pusimos en marcha.
Es bastante diferente a lo que estoy acostumbrada cuando vamos a la montaña, la subida era suave y un camino ancho de hormigón. Nada de duras piedras de esas que te hacen pupa en las patitas.
Enseguida vi un pequeño camino que parecía llegar a un mirador, así que decidí estirar de mis papis para llevarlos hasta allí. ¡Y que vistas!
Continuamos subiendo y no parábamos de ver más amigos perrunos por allí, y yo no paraba de mirar con esa carita de pena que tanto me ayuda a conseguir lo que quiero. Así que como había poca gente y esta iba acompañada con más amigos perrunos ¡al fin me soltaron esa maldita correa!
Corrí saludando a la gente, tumbándome en sus pies como es habitual en mí, mientras todo el mundo se reía y me rascaba la barriga (¡qué gusto!).
Pero de pronto vi otro desvío en el camino, así que subí corriendo para llevar a mis papis hasta ¡otro mirador!
Allí hicimos un pequeño descanso para comer algo. Unas bonitas vistas, el sol calentando acompañado de algo de viento y, dando la patita aunque no me la pidieran, mis papis compartían su comida conmigo. ¡¿Qué más se puede pedir?!
Continuamos la ruta, hasta que llegamos a este cartel.
¡Ya sé que más se puede pedir! ¡AGUA!
Mis papis se miraron mutuamente, me miraron a mí y yo los miraba moviendo la cola muy enérgicamente para decirles que quería ir. Y sí, ¡me hicieron caso!
El camino de bajada ya no era de hormigón, pero estaba loca por ver esa cala. Así que con algo de cuidado, bajamos y al llegar, vimos que eran piedras grandes. Pero, ¡había agua y estábamos solos!
Después de un buen chapuzón, ya estaba cargada otra vez de energía para volver a las andadas.
Llegamos a un pequeño faro, donde pudimos relajarnos un poco disfrutando de las vistas.
Imaginaros lo que nos relajamos, que ¡no me hicieron ni una foto!
La ruta era corta, 2km que se me hicieron largos de tantas paradas que hicimos. Pero ya estaba empezando a hacerse tarde, así que empezamos a volver hacia el coche, esta vez sin entretenernos mucho.
Una vez llegados al coche, mis papis me dijeron que ahora les tocaba disfrutar a ellos. Así que como estábamos al lado de Altea, subimos al coche y fuimos a acabar esta bonita aventura a una terracita. Ellos a disfrutar de una buena cerveza (¡bah!) y yo, ¡un buen cuenco con agua!
¡Pero no sin antes ver las bonitas vistas que había también desde Altea!
Notas sobre la ruta
Hasta el inicio de la ruta se puede llegar bien en coche y al menos nosotros no tuvimos dificultad para aparcar.
Es una ruta fácil y corta, de unos 2km. La subida hasta el faro es toda de hormigón sin mucho desnivel. Además, durante el trayecto encontramos varias fuentes donde beber agua.
¡¡Lametones!!